jueves, 7 de abril de 2016

Analogías a Ramón Palomares


En la Obra de Ramón Palomares, como lo dijo un día Adolfo Augusto Bécquer, mientras exista la Él poeta, existirá la poesía, me propongo discernir a la vida secular y mundanal, en su palabra de altorrelieves que esquematiza un lar de la nación. Fue Maestro titular de Literatura en la Universidad de los Andes, Fundador del Grupo Literario Sardio para el lapso 1958-1961, para ese momento hace su aparición de la que fuera su primera muestra literario como libro “El Reino” la cual se publicó para ese momento de turbulencias y giros de historia, fue miembro colaborador en su tiempo de esplendor creativo en el Grupo de Intelectuales en “El Techo de la Ballena”, un romancero cervantino, conspirador contante y sonante en divulgar los ensueños verídicos de su ir y venir sobre su suelo nativo de Escuque, Estado Trujillo de nuestro país Venezuela, a leer su obra uno puede viajar en lo sube y frío de la neblina, en los cúspides de los matorrales umbrío, en su poética se siente el aliento de la bruma y el monzón avendajado como un beso que no termina de enterrar el final total del ser, se habla aun de sus emociones, revelaciones y el asombro por las voces andinas que hacen arcaicas en el vocablo venezolano, nos entrega a sus haberes engrandeciendo cada átomo sideral de su verso lirico, lúgubre y libre al mismo tiempo. Es además un andamio en lo místico de la constitución del paisaje y sus montañas alzadas, el favor de no dejar de lado lo vivido por al malsano amor o por el buen querer, por la desdicha de no encontrar algún refugio donde enjuagar las lágrimas y las penas, sin hacer o echar al olvido del polvo del tiempo lo costumbrista que nos ha de dar la razón finalmente sobre este laberinto enraizado profundamente en el ser. Algunos de sus libros se encuentra: El Reino (1958), Paisano (1964), Horas Fúnebres (1965), Santiago de León de Caracas (1967), El vientecito suave del amanecer con los primeros aromas (1969), Adiós Escuque (1968), este poemario fue galardonado como Premio Nacional de Literatura (1974), Elegía 1830 (1980), El viento y la piedra (1984), fecha en la cual yo nazco, Mérida, elogio de sus ríos (1985), Alegres provincias (1988), trova en homenaje a Humboldt en discurrir de ese mismo año, Lobos y halcones, (1997), con el Poemario El Reino, en edición especial se le confiere un Honoris Causa en el (2001) por la misma Universidad de Los andes, morada al fin de sus célebres y significativos logros a su beneplácito. 
Por otra parte, se siente el aliento del habla de su pueblo. Se puede decir que en sus poemas está el habla de los suyos, es decir que el alma de los hombres y mujeres del campo están allí en su verbo, que en la sabiduría decanta a lo largo de los años de experiencia, brillan en sus vocablos, como José Antonio Ramo Sucre, Vicente Gerbaci, Juan Sánchez Peláez, Juan Liscano, Rafael Cadena, para nombrar algunos de los tantos que se han consagrado en el mundo locuaz de las letras, se circunscribe en un especio de la historia en un viaje sin comienzo y final a la peripecia de su aldea natal.

Carora; 25-03-16
Viernes Santo
Freddy Angulo

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