jueves, 28 de enero de 2016

Canto General de América Latina

Mientras mi canto despunte

en la acrecencia de las venas

y el cardón entregue su savia a la araucana

en la pampa de las antillas

gritan millones de ensueños,

nacen en las costas calurosas de Chile

y en las riveras latientes del Panamá.

¡Hay verbo en el sol, pacto de selva

la palabra tempestad es América!

Es como pasearse por aguas cristalinas en reposo

piel inca, llena de voces crudas, palabra de piedra sepultada,

palabra de espada empuñada,

pero también palabra anhelada en los ojos del mar

de la madre Argentina,

Palabra que se alza en el Titicaca

corazón eterno en la caña de Macó Cápac

América para el pie de los conquistadores,

América para las manos de los precursores.

Y digo amor América y entonces espero

que nazca en los pueblos,

en lo que somos

lodo y piedra,

una vertiente infinita en las tinieblas,

de las etnias multiplicadas,

que se disuelven en las enseñanzas,

se apagan lejanos lugares de mis pensamientos,

un archipiélago de rosas silvestres desnudas

¡herida insaturada de montaña a montaña!

Y digo América y levanto el vuelo

como el cóndor mediador de la brevedad de las nubes

en las alas de la Aurora

Dios vivo de sus valles

que rocía la naturaleza

dispara el hijo

en las olas… ¡Oh América!

Y digo América en la dulzura

de su matriz y en la grandeza

de los mares.

En la luz cabalgante de la fertilidad

de los rostros que hoy se confunden

en los arrecifes

en las risas bienaventuradas del canto,

serpiente sin fin donde me despido

sueño tras sueño.

Y digo América y entonces en mi alma

erupciona un volcán,

sopla el viento en remolinadas

gotas de tierra donde hemos nacido

cúspides de Machu Pichu.

Están vivas y en mí, renazco,

pasos de huellas solitarias e indomables

que flotan hacia el cielo de mis adentros,

pero que se avivan para renacer

en arreboles de un crepúsculo de brumas

de deseo y pasión

de algún fusil palpado

por el peregrinar del tiempo.

Y digo América y es como decir selva tórrida

Amazonas recóndito para aquellos que se han ido

en el remanso del paraíso,

ventanas entreabiertas

sin voces ocultas de altibajos densos

de esta tu tierra,

manchada de sangre inocente.

Y digo América y afloro la libertad

meditando sobre la piel de las rocas secas

de argumentos en la humedad,

en tormentas alborozas

entretejo el canto,

de ese horizonte ajeno a la vehemencia

se conjugan miradas que velan las cumbres,

que destrozan las trizas de la luna tétrica

senderos inconclusos en el sollozo

de la palabra entrecortante,

libro, pensamiento, esperanza de América

a la abierta palidez del sur.

Y digo América en las fronteras

del Brasil, Colombia y Perú de porcelana,

magia salvaje de la Andina,

crecientes en la pureza solaz de los llanos

en el barro intrínseco del fuego.

Y digo América y ahora reconstruyo

recuerdos de fragmentos triturados

cubiertos de manos,

poblando un nombre: Simón Bolívar

lanza inmóvil en el dorado sol

luz para todas las vidas

flor, lira, América Latina, Bolívar,

es un horizonte eterno de esperanzas.

Y digo América, entonces canto,

Y duermo y sueño, despierto y vivo.

Y vivo y canto en tu vientre América,

para nacer en mil voces

en tu nombre

y en tu libertad.

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