Mientras mi canto despunte
en la acrecencia de las venas
y el cardón entregue su savia a la araucana
en la pampa de las antillas
gritan millones de ensueños,
nacen en las costas calurosas de Chile
y en las riveras latientes del Panamá.
¡Hay verbo en el sol, pacto de selva
la palabra tempestad es América!
Es como pasearse por aguas cristalinas en reposo
piel inca, llena de voces crudas, palabra de piedra sepultada,
palabra de espada empuñada,
pero también palabra anhelada en los ojos del mar
de la madre Argentina,
Palabra que se alza en el Titicaca
corazón eterno en la caña de Macó Cápac
América para el pie de los conquistadores,
América para las manos de los precursores.
Y digo amor América y entonces espero
que nazca en los pueblos,
en lo que somos
lodo y piedra,
una vertiente infinita en las tinieblas,
de las etnias multiplicadas,
que se disuelven en las enseñanzas,
se apagan lejanos lugares de mis pensamientos,
un archipiélago de rosas silvestres desnudas
¡herida insaturada de montaña a montaña!
Y digo América y levanto el vuelo
como el cóndor mediador de la brevedad de las nubes
en las alas de la Aurora
Dios vivo de sus valles
que rocía la naturaleza
dispara el hijo
en las olas… ¡Oh América!
Y digo América en la dulzura
de su matriz y en la grandeza
de los mares.
En la luz cabalgante de la fertilidad
de los rostros que hoy se confunden
en los arrecifes
en las risas bienaventuradas del canto,
serpiente sin fin donde me despido
sueño tras sueño.
Y digo América y entonces en mi alma
erupciona un volcán,
sopla el viento en remolinadas
gotas de tierra donde hemos nacido
cúspides de Machu Pichu.
Están vivas y en mí, renazco,
pasos de huellas solitarias e indomables
que flotan hacia el cielo de mis adentros,
pero que se avivan para renacer
en arreboles de un crepúsculo de brumas
de deseo y pasión
de algún fusil palpado
por el peregrinar del tiempo.
Y digo América y es como decir selva tórrida
Amazonas recóndito para aquellos que se han ido
en el remanso del paraíso,
ventanas entreabiertas
sin voces ocultas de altibajos densos
de esta tu tierra,
manchada de sangre inocente.
Y digo América y afloro la libertad
meditando sobre la piel de las rocas secas
de argumentos en la humedad,
en tormentas alborozas
entretejo el canto,
de ese horizonte ajeno a la vehemencia
se conjugan miradas que velan las cumbres,
que destrozan las trizas de la luna tétrica
senderos inconclusos en el sollozo
de la palabra entrecortante,
libro, pensamiento, esperanza de América
a la abierta palidez del sur.
Y digo América en las fronteras
del Brasil, Colombia y Perú de porcelana,
magia salvaje de la Andina,
crecientes en la pureza solaz de los llanos
en el barro intrínseco del fuego.
Y digo América y ahora reconstruyo
recuerdos de fragmentos triturados
cubiertos de manos,
poblando un nombre: Simón Bolívar
lanza inmóvil en el dorado sol
luz para todas las vidas
flor, lira, América Latina, Bolívar,
es un horizonte eterno de esperanzas.
Y digo América, entonces canto,
Y duermo y sueño, despierto y vivo.
Y vivo y canto en tu vientre América,
para nacer en mil voces
en tu nombre
y en tu libertad.
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