jueves, 29 de junio de 2017

DESDE OTRAS VERTIENTES



NAVEGAR DESDE EL CORAZÓN
AL PENSAMIENTO

Freddy Angulo (Carora, 1984) obtuvo sus primeros galardones literarios cuando apenas cumplía veinte años en su ruta de vida. Sin duda, dos enviones que lo motivaron a crecer y acentuar su expresión poética. Estas son las distinciones:Mención Especial en el VI Concurso de Poesía “José Numas Rojas” de Carora,  con el Poemario Tallador yFinalista entre los catorce primeros lugares en el Concurso Nacional para Poetas Menores de 20 Años, otorgado por Instituto Nacional la Abeja Obrera, Aragua, 2004. Otros reconocimientos posteriores ratifican la constancia de Freddy Angulo en el arte de la palabra: En el 2005 la editorial MeTarte, de la Fundación República de Guarimure (Carora), le publica Rompetroya Poemario “Luz y Sal” y  luego obtiene laPrimera Mención en el IV Festival Latinoamericano de Poesía y Narrativa del Instituto Cultural Latinoamericano Lebensohn – Buenos Aires, Argentina, 2006.

Aunque está reconocido en el panorama de la joven poesía que se produce en Carora, por alguna razón, no tuve oportunidad de conocerlo cuando elaboré la antología Carora y sus poetas (2007) y por lo tanto es uno de los ausentes en ese libro que recoge autores del siglo XIX, XX y los primeros años del XXI. Ahora tengo conocimiento de su obra y especialmente del poemario ganador del segundo premio en el VIII Concurso de Poesía “José Numas Rojas” 2006, titulado Mismo corazón y mismo pensamiento. Con mucha deferencia, el poeta me solicitó una presentación y accedí no con el propósito de explicar su poesía, pues en comunión con Luís Alberto Crespo, considero que un acto semejante puede resultar aburrido, especialmente para los lectores, quienes buscan en la lectura la contemplación y el goce en primer término.  Recurrimos entonces al método que utilizamos en otras oportunidades y nos sumergimos en las páginas, convirtiéndonos en personaje poético que dialoga, comenta y disfruta el contenido.
Así pues, la lectura de este poemario nos permite una visión  estructural que implica valorar la unidad en forma y pertinencia temática en toda su extensión: los textos bien identificados, con versos encabalgados o independientes, forman una breve historia, con una voz que monologa o habla con la amada. Una secuencia temática inicia el poemario con el amor, y en viaje longitudinal toman la palabra: luz, muerte, religión, noche, lluvia, sangre, génesis, cielo, crepúsculo, día y otros elementos simbólicos que conducen al encuentro, despedida, ausencia y naufragios en el límite del hastío.

Cuando el amor es presencia o ausencia, puede conducirnos a emprender un viaje de navegación, bien por las alturas del sentimiento, representado por el corazón, o bien por la ruta del pensamiento que significa la reflexión. Cuando este  evento de navegación sucede, nos invaden diversos modos de sentir y expresar el amor o el desamor. Podemos, por ejemplo, convertirnos en  Tallador y _tal como Neruda_ en un ejercicio de autodefinición proclamamos nuestra condición de no existencia, nuestra arts poética y hasta la comunión con el dolor como fuente de ascensión a la muerte. Y si el viaje se hace múltiple, siempre en pos de búsqueda para calcinar la distancia, podemos perseguir las huellas que se disipan por el viento y entonces, ante el desasosiego y la incertidumbre, convertidos en trizas de papel, invocamos en traslación semántica el reconocido verso de Vicente Gerbasi referido a la noche y pronunciamos esta paráfrasis: “Venimos de las tinieblas y  a las tinieblas vamos.”…

Navegar implica un viaje donde el mar como referente es el camino o pradera de línea infinita para recorrer mundos (islas de carne) en busca del cuerpo de la amada, de esa imagen de Mujer/Venus  desdibujada entre la frontera del insomnio y la espera. Por eso afirma el poeta Freddy Angulo, con voz de certeza:

“Cuando se habla del mar
una mujer espera zarpar en el desvelo
y un corazón naufraga
sin timonel enaltecido.”…

Y optamos por ser Huésped de un fogón, anclados en la noche donde la luna es una contemplación triste que disipa los acordes del Tango del viento y nos convierte en fantasma exilado hacia un  imperio de hendiduras. Sabemos que un viaje sin regreso cierto de ese cuerpo de mujer es un río de piedras, desbordado en su vertiente inexorable.

Reiterada la imagen de la mujer, no podemos obviar un viaje de altamar en cuerpo de Venus, ninfas y sirenas de canto errante que huyen por el río… Mujer sombra, que inquiere su definición ante la ausencia prolongada. Navega el poeta, desde la proa imaginaria, deslizándose por los encallados de piernas y senos sutiles. Guiado por la voz del español Antonio Machado (Dulce goce de vivir/ mala ciencia del pasar,/ ciego a la mar.)el capitán  zarpa al amanecer hacia la isla de carne y confiesa: 

“Al izar las velas,
pienso en la desdicha tímida
naufrago sin retorno,
a la perla deshilachada
por las ráfagas del tiempo”…

Presentimos el desasosiego por la pérdida del amor reencontrado en el sueño. Presentimos el desamor de altomar por el naufragio frente al acantilado de senos. Presentimos la bienaventuranza del marinero cuando  la noche se acuesta abierta al firmamento.
Morir en agonía sumergidos en un fanal es otra opción. No hay tiempo para el escape y la intensa luz nos cubre hasta el fondo. La muerte nos convierte en polvo. La muerte es sombra en la faz de la roca. Es piedra de sacrificio donde el cordero derrama la sangre. Desde el Génesis o el Partenogénesis siempre somos cordero destinado a la crucifixión. Y en silencio anhelamos la confluencia de nuestros cuerpos ante la hora crepuscular que incinerará nuestros huesos. Y en último hálito llamamos desesperadamente a la mujer productora, no de efluvios, sino de fuego. Desde los predios de Camay, el paisaje árido que le dio la vida, el poeta expresa la angustia:

“Ven
acércate donde habito
en tierras llenas de erosión
de amores entre llamas de fuego
que incineran mis huesos
y los esparcen en el aire.”…

Morir, morir y luego ser sepultado en un lago de aire…

Varios elementos de ese viaje en cuerpo de mujer se conjugan en este poemario. Destaca, por ejemplo, la mención ínter textual de una cultura religiosa, cristiana, donde el navegante o capitán se transmuta en Cristo, presto a la crucifixión reza un Salmo, levanta el cáliz y en ceremonia de pan y vino ofrenda su cuerpo para el sacrificio. Pero en otro tono, el poeta introduce una mención especial: América latina. Un canto general para una América que más allá de su dimensión geográfica con sus pampas, el Amazona y los altos riscos andinos, representa la figura de una mujer: nuestra madre-tierra-patria. Mujer de amplia matriz que fertiliza en luz y agua. 
Para el final del viaje, Freddy apela a un recurso de validez universal: el canto. Además del referido a América, introduce un canto del errante donde los muelles acumulan encuentros que le permiten decir:

“…las horas se hacen heridas de faros entreabiertos,
oxidante deseo tu rumbo solloza
en la guía de los arrecifes amargos.”…

Inesperadamente surge el Conticinio, elegía final que define una separación completa de los amantes y donde el reencuentro, nada fugaz, será posible en enero cada cien años cuando la aurora lo permita.


Yeo Cruz


FREDDY ANGULO







DESDE OTRAS VERTIENTES




SEPARATA POETICA

Corazón en el tiempo
A mi amiga Marina Rodríguez

Si yo pudiera recorrer tras la aurora
el suspiro del tiempo sería el peregrino
de la faz infinita,
y en sueños ser el dueño del fugaz
crepúsculo resplandeciente,
posado en el beso que se pierde
entre pan, vino
y lecho
y poder nacer en los verticilos acarreantes
de la flor antigua,
de la plenitud divina,
de vivir detrás del sol.

tal vez el eco del
viento no se marchite.



Autogiros

Giran mis manos como dos elipses
indomables,
para que nazca el mundo
de la vid en las palabras,
enraizando el océano
mitológico en un aliento
y recorriendo la piel
de la tierra toda, 
y el sosiego naufragio
de la proa del tiempo
acarreando la sombra.





Detrás del Tiempo

Tanta tierra para la miel
tanta tierra que hacemos miel

al otro lado de ti, sequedad
murmullos en lo profundo
de tu corazón
acorazonado de arreboles frescos

en huellas de tiempo
abatidas por el viento pálido

en un sol de suspiros
inmolados

arropándome con manto
azul que conforta
mi alma.  



Detrás de la montaña

El cielo de tinieblas castas
subyuga la luna de sangre
colinas secas
donde noble leñador
en el principio de la aurora
canta a voz en cuello
cánticos profanos,
aquel hijo del hombre
yace prófugo
en la tenia luz semblante,
la titiritante tez de las estrellas
le susurran al alma,
el vivo reflejo labrador de una melancólica
fragancia de éter escarlata
en donde una rosa
se ensancha
en lo profundo del hacha
de fuego,
allí el aire abate el pilar
del tiempo
robusto en su lomo
y el monarca vio
la luz del alba
surcar la laguna solaz.

Luna

Contemplo la grandeza de la doncella
eclipsada
en la noche oscura

recubriendo como un beso pálido
el rostro azulado del cielo

¡Oh¡ Hija infinita
de lo abismático,
sólo tú y yo
sin dejar que el último
grito
nos robe el eco.

            (Noche).... 




Manzana

En la hoja disecada
quedan las plegarias
ajenas a punto de sosiego suicidio

y crujen los dientes
inmoliéndose
y llegas y lo arruinas todo
en un volcán salido de tu aliento
nocturno
que me somete a la locura,
huele a flores.

La calma infecta mi erupción
de latidos inconclusos,
y te devuelvo cada grano de amor
en un brebaje mortífero.




Cáliz

Dame de beber
y déjame morir
en el cáliz de alianza,
para redimir la sangre derramada
de un beso,
deja a este siervo calmar su sed
en el manantial de tu ser y poder allí sentir el sabor
infinito
de mujer
              Cristal
               Mármol 
                           Flor
borboteando en lo frágil de mis manos
a tus piernas.     





Día

En mi eterno pensamiento pasan

las horas mutiladas

atrasadas

 

sin recobrar fuerzas cabizbajas

de un crepúsculo

 

Hoy en mis ojos se enzarza

la luz marchita de la esencia

de tu cuerpo de ninfa,

tu efímera encrucijada en pasos

yacidos como un oasis fantasma,

heraldando

las huellas desoladas de sol.

 


Partenogénesis

Conciben las llamas en el infierno

mutilando, incinerando el feto
avivado,
y cae fuerte el semen como piedra
en el cosmos placental
dolor, 
de vivir y morir
o siempre ser,
sin el deseo de serlo
copula el linaje atrincherado,
rechina el manantial de lirios
y quedando la furia en los talones
galopantes
de la quitina apaciblemente.



Bienaventurado

Venid y coged el velo de leyenda
en el principio de un crepúsculo,
en cielo
indomable sea el hijo unigénito
del alba,
labrando mi ser recóndito

la litúrgica danza
Increspita
de la nada

el bostezo de mi amada
es verdugo
del viento

disipando la arena anclada
en el muelle de ojos infelices
y el naufragio de los labios
de un reloj no consumado
por las amuralladas aguas turbulentas.

Sangre
Un dolor punzo penetrante llega a mis venas,
sacrificando el cordero
en el ébano de mis irrigaciones
y en el valle enfermo
un pequeño elfo llega,
tocando una flauta de mármol
en el lomo del tiempo,
convirtiendo muestras dos almas
en partituras,
para formar parte
de esta locura
de tonadas apocalípticas
sin dejar de ser violín.     

 

Crucifixión

Al principio era
el verbo
de pies y manos clavado
en el cielo

Hoy vive en el pensamiento
de la faz

Y se mueve en la senda
quebrantada,
era el aliento halito
de voz de aquel que predicó
en el desierto los anhelos
de su corazón,
y lo arrastró el diluvio
de la ausencia.

¡INRI¡      



Desde otras Vertientes

Surco los puntos cardinales
de la matriz de tus sueños
y sólo encuentro
caminos
inconclusos
suaves e indelebles         
lisonjeras piernas
un delirio
voces mutiladas
infinita sangre maldita
remolineando en mis manos de aliento
grey de mi génesis interrupto.


  Desamor de altoma

No me mueve mi Dios
para no quererte
en los lejanos
aullidos

en el vacío
muelle
tus ojos zarpan la popa
a la nublosa
crin de la noche

vienen
el oleaje
reflejando huellas blancuzcas
en las mejillas del agua

inmensa mi mente
en el poniente
infinito.