sábado, 14 de mayo de 2016

El Sortilegio de la Pasión Poética “Entre Tunas” de Alessandra Coronel


El hecho poético es un misterio que canta sobre la piel del silencio de la palabra, hecha multivoces de himnos homéricos de perspectivas mustias, de entusiasmos coléricos y alegrías luteranas. Se debe de celebrar la construcción de un castillo que no será profanado por mano alguna. Es en este ámbito donde se centra asertivamente la esencia poética de esta barda de noches sin lunas y caminos sin redes. Al sumergirnos en su mundo este paradigmático, nos permite adentrarnos a un lugar patológico donde su voz es el refugio de las tunas que desgarran el sentimiento dolido a flor de áridos conceptos, es una propuesta que nos engalana con canticos a los seres imaginarios, ese mundo de dioses y demonios que componen las partituras dominantes de sus embrujos, en este manuscrito de alta voz se puede evidenciar un alto grado de espíritu caminante apocalíptico, es un vendaval de mustia praxis, cuántos son sus sueños que hoy por hoy deslumbraran a un sin número de generadores y no generadores de lo creativo, en sus poemas se puede evidenciar una recreación de aires de refrigerios, un estilo cabal para una mente tan joven y brillante que promete en un futuro ser una promesa más para este suelo lleno de resolanas y espirales remolinos. Que sea esto un preámbulo a priori al estímulo del hecho creador que esta misma guarda en cada latido liberado de su indócil e indomable rio de letras.

Por eso ella nos dice:

Escudriña en lo lejano para llegar a la
metamorfosis del espacio 
atestado de libros y calles que esperan
por las prolongaciones de un sueño
donde los arboles corren y se fugan por la ventana
espíritus que se reinventan
en el éxtasis de la imaginación.      

Es un adagio de resonancias un el sutil pórtico, que nos permite recorres sobre epítetos verdes de la naturaleza caroreña nos expresa:

Dentro del templo cayeron hojas
Dejando atrás el rostro inédito de las flores
al día.

Es el hechizo nostálgico de su palabra recogida y forjada por una morada de bajareque, donde despierte el súbito descanso de su regazo mortal. Se espera que de ella que sus poderes creativos de conjuros conquisten la atalaya encendida que la misma posee a sus adentros.

Una puerta abierta esperando la pedrada
de tiempo  
acumulo horas de cariño vencidos
y de vez en cuando tomo café para anestesiar
las malas palabras.

 Cuando el amor es distancia infinita a la  luz, tendremos que recurrir velozmente a este relicario de exotérica presunción inmortal, que nos golpee, a tener un escape vital a sus vertientes de fuego negro voraz, colmado con su mustio oficio idílico, de cenizas blancuzcas y polvo punzo penetrante de sus vuelos en desvelos.